Comencé mis estudios en el Conservatorio Profesional “Andrés Segovia” de Linares. Realicé todas las enseñanzas elementales y profesionales de contrabajo y, posteriormente, 5ª de enseñanzas profesionales de violonchelo.
Tengo un recuerdo dividido de mi paso por el Conservatorio de Linares. Por un lado, recuerdo a profesores inspiradores y bondadosos, que siempre guardo y guardaré en mi corazón. Gracias a ellos todo comenzó. Pero también recuerdo irregularidades brutales (por todos conocidas) que repercutían en que perdiera muchísimas clases de mi instrumento principal, así como inquinas injustificadas contra algunos alumnos.
Así, la especialidad de contrabajo siempre ha sufrido mucho, con cifras bajas de alumnado, descontento habitual, abandonos…
En el año 2006, cuando tenía 15 años, comencé a tocar el contrabajo con el maestro Barenboim en la West Eastern Divan Orchestra. Desde ahí arrancó una carrera musical internacional acelerada por la figura del maestro realizando conciertos en 37 países, impartiendo cursos, colaborando en la práctica totalidad de orquestas españolas, como jurado de concursos…
Paralelamente, compaginé las otras dos patas de mi vida que puedes encontrar en mi web: la psicología y la gestión musical/empresarial.
En el año 2008, ya estando en Berlín y poco antes de comenzar a impartir clase como profesor invitado en el Conservatorio Superior de Música de Castellón, me puse en contacto con el Conservatorio de Linares para ofrecer un curso gratuito de contrabajo (aclaro que, cuando me refiero a “me puse en contacto” siempre ha sido a la directiva de cada momento y/o al correspondiente profesor de contrabajo).
Ese fue el primer año que no obtuve respuesta. Así, sucesivamente, me he puesto en contacto hasta mi último email en septiembre de 2020; 12 años ininterrumpidos. Los pocos años que he obtenido respuesta han sido evasivas, rechazos y baratas justificaciones para negarme realizar el curso. Nunca lo he conseguido.
He considerado desde que mi carrera tuvo repercusión, que debía hacer algo para contribuir, y que debía tomar parte en sumar a esos alumnos de contrabajo, a mi instrumento, ciudad, Conservatorio y a la propia música. Agradecí mucho en mi etapa de estudiante poder estar junto a profesores, aunque fuera en el corto periodo de un curso de especialización, con una carrera internacional e inspiradora. Sé que soy el contrabajista egresado de Linares con una carrera más amplia; lo cual es un hecho objetivo. Desde ese lugar de suma, poniendo a disposición mi tiempo, sabiendo que tendría que viajar e incluso, como profesional, que el nivel sería bajo y que “habría que picar piedra”, siempre me he mostrado dispuesto y encantado a sumar. Especialmente, porque nuestro sistema público tiene recursos limitados. Tengo la firme idea de que todos tenemos que poner de nuestra parte, agradeciendo de dónde hemos salido.
En estos años, se han realizado cursos de especialización de contrabajo remunerados al profesorado y cobrados a los alumnos, así como multitud de años donde no ha habido curso de especialización de contrabajo. Aún así, yo nunca he podido impartirlo ni poner mi granito de arena, ni gratis.
Este año he tomado un rumbo añadido. Además de mi ya tradicional comunicación (este año a la directiva del Conservatorio por email), subí a Instagram (donde tengo más de 40.000 seguidores) una storie en la que, etiquetando al perfil del Conservatorio, cuestionaba si este año me responderían, informando de que nunca había podido realizar el curso gratuito que ofrecía.
Pocos minutos después, obtuve respuesta; ¡aleluya!
Me encantaría que la privacidad me permitiera subir aquí, literalmente, el cruce de emails; pero, obviamente, no es posible. Pero sí, preservando el anonimato de la persona (que he tachado) así como su comunicación, encontraréis al final de esta entrada mis emails. El primero no tuvo respuesta hasta que subí la storie a Instagram y todo explotó. Tras mi último email, no ha habido más comunicación.
En resumidas cuentas, el curso no ocupaba ninguna posición más allá de una nueva evasiva sobre que “ahora están colapsados”. Eso sí, desde el primer email ya se me decía que había que “aclarar mi desafortunada” publicación porque había “profesores molestos”.
Agradecí públicamente también la respuesta, y seguí de manera privada justificando de manera absurda, ya que ahí me había centrado el tema, mi publicación (por cierto: gracias a la cual me respondieron raudos y veloces), sin poder abordar lo que me interesa: sumar a los alumnos gratuitamente. No tengo duda de que, sin ese ruido brutal de la red social, una vez más no hubiera obtenido respuesta: 11 años me avalaban para pensar esto.
Y así ha quedado una vez más; en nada.
Bueno, más que en nada, sumando una molestia reflejada en las palabras “difiero frontalmente en tu planteamiento de base”, cuando mi planteamiento es muy sencillo y difícilmente criticable desde hace 12 años: impartir un curso gratuito a los alumnos de mi Conservatorio.
Curiosamente, tengo incluso un local cerrado y de mi propiedad en Linares, donde no solo podría poner en marcha mañana mismo mi curso, sino cobrar por ello: pero no quiero. No quiero porque creo en mi responsabilidad individual, en que tengo que ayudar, en que tengo que contribuir al sistema público, en que hay que contar con el Conservatorio para que siga nutriéndose… Y así me luce el pelo.
Como autónomo y empresario, con multitud de gastos y de responsabilidad dando trabajo a familias, siempre me viene a la cabeza pensar cuántos empresarios o autónomos rechazarían algo gratis, bueno y reconocido, que les pudiera sumar. O ninguno, o alguien lo demasiado tonto para no evaluar la situación.
Pero esto es una entidad pública, y ninguno de los que se sientan en los despachos tienen que rascarse el bolsillo y, si hay algo que no les gusta, tendrán poder para acallarlo. Espero que lleguen a entender que no hay bandos y, que si los hubiera, estaríamos en el mismo: en el de contribuir a los alumnos y al mundo musical, especialmente de esta ciudad.
No tengo dudas de que, con el paso del tiempo, intentarán tapar estas vergüenzas tergiversando o, quien sabe si incluso negando (como es demasiado habitual en las “altas esferas”, desgraciadamente), lo que solo son hechos objetivos: llevo 12 años comunicándome año a año para impartir un curso gratuito que nunca me han aceptado. Y eso, por mucho que lo intenten distorsionar, es incuestionable. Yo, que creo en las utopías y, sobre todo, en las personas y en la música, seguiré intentándolo. Allá ellos.